ARTEMISA Y LA CIERVA DE CERINEA
La Cierva de Cerinea, era una criatura fantástica de la mitología griega. Semejante a un caballo de gran pecho y altura, con patas esbeltas y refinadas. Tenía las pezuñas de bronce y cuernos de oro. La Cierva de Cerinea estaba consagrada por la pléyade Táigete a la diosa Artemisa, ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar.
Los griegos desde siempre supieron del indisoluble vínculo entre la vegetación y el agua: sin agua no hay verdor, sin la floresta no hay fuentes, ríos, quebradas. Sus bosques eran sagrados. Restringían la tala de la fronda periférica a lo indispensable, la caza únicamente como obtención de comida para la familia. Sus bosques estaban bajo el amparo de una poderosísima diosa: Àrtemisa (Diana para los romanos) y un cortejo de divinidades en torno a ella.
Algunos investigadores creen que su nombre, y de hecho la propia diosa, era originalmente pregriega. Homero alude a ella como Artemis Agrotera, Potnia Theron, «Artemisa del terreno virgen, Señora de los Animales». Artemisa es probablemente una de las divinidades más antiguas del panteón griego, y, precisamente por esto, es al mismo tiempo una de las más veneradas en todo el Mediterráneo.
Fue la diosa helena de la caza, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres.
“Era la cierva una de las epifanías de la Diosa como madre de la vida; arcaica tradición ésta que nos ha sido transmitida a través de leyendas y recuerdos populares de todo el mundo. El carácter sagrado de la cierva podría provenir de la importancia vital del ciervo y del reno como fuentes de alimento en el Paleolítico. Debido a la rapidez con que crece su cornamenta, el ciervo simboliza la fase creciente de la luna y, por lo tanto, el principio generador de la vida.”
Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la Diosa”
Una muestra del complejo proceso de sincretismo que sufrieron algunas divinidades locales hasta terminar identificadas con Artemisa lo encontramos en los cultos realizados en la ciudad de Éfeso en honor a esta divinidad. La Artemisa de Éfeso era, a diferencia del resto de advocaciones de esta diosa, una divinidad de carácter maternal y telúrico. Desconocemos el proceso de sincretismo que llevó a identificar a esta divinidad con Artemisa, pero las fuentes de época clásica y tardía ya hablan sin sombra alguna de duda de un culto en honor a esta diosa.
Las misteriosas conexiones de la Diosa Parturienta con la cierva se manifiestan a lo largo de la Prehistoria y también hallamos constancia de ellas en tiempos históricos. […] Según Pausanias, la estatua de Artemisa, existente en el Templo de Desponis, en Arcadia, estaba vestida con pieles de ciervo; por otra parte, Artemisa y su compañera Taygete adoptaban la forma de ciervas. […] En Grecia existía la creencia de que las ciervas preñadas nadaban hasta una isla consagrada a Artemisa, cerca de Colophon, para tener allí sus crías. La Diosa sumeria del alumbramiento también era una cierva.
La imagen de la Diosa cierva se conserva en fantásticas leyendas escocesas e irlandesas: las mujeres sobrenaturales y con grandes poderes de las narraciones escocesas podían transformarse en cierva (o la cierva en mujer). En Siberia, la creencia en ciervas preñadas como madres donates de vida pervivió hasta el SXX; estaban cubiertas de pelo y tenían astas rameadas.”
Marija Gimbutas. “El mito de la Diosa”
Artemisa es una diosa con dos facetas fundamentales. Es, por un lado, una diosa femenina que no tolera el contacto con los hombres, por lo que en muchos lugares su culto está restringido a las mujeres, estando severamente castigada la presencia de hombres durante el desarrollo de los mismos. Por otro lado, Artemisa es una diosa salvaje y agreste, divinidad protectora de la caza, las bestias y los espacios no alterados por el hombre. Por este motivo, en muchas ocasiones su culto se realiza en un marco exterior al de las ciudades, siendo el mundo urbano totalmente ajeno a las influencias de esta diosa. Sus representaciones más características responden a esta doble naturaleza.
Los mitos que narran la infancia de Artemisa son muy escasos y todos ellos tardíos, creación de escritores de época helenística o romana. Según estos autores, la pequeña Artemisa le pidió a Zeus, su padre, que le concediera el permanecer virgen y poder vivir en los bosques, dedicándose a la caza junto a un grupo de compañeras, ninfas y dríades, que constituirían su séquito. Una vez Zeus le concedió todas sus peticiones, Artemisa solicitó a Hefesto que le confeccionara un arco y unas flechas con las que poder desarrollar su actividad como cazadora. Por último, el dios Pan le entrego una jauría de perros para que acompañaran a la diosa en las monterías.
Àrtemisa tiene poder sobre los árboles, las aguas –fuentes, estanques, ríos–. No tiene relación con las ciudades. Diosa virgen, su atributo es el cuidar los bosques, los animales silvestres, además de su corta indumentaria (semiclàmide y sandalias) portaba un arco de oro con sus flechas mortales con los cuales castigaba a los impíos quienes ultrajaban el bosque.
Artemisa jugó un papel importante en la Guerra de Troya. Sucedio cuando Agamenón ultrajó a Artemisa al matar una de sus ciervas en una arboleda sagrada y alardear de ser mejor cazador que la diosa. Esta provoca una tempestad con vientos contrarios que no deja partir la flota aquea hacia Troya. Para aplacar los vientos la diosa pide a cambio el sacrificio de Ifigenia, la hija de Agamenón. Éste manda buscarla y ya en el altar del sacrificio, la diosa se apiada y sustituye a la muchacha por una cierva. Se cree que con el tiempo Artemisa le concedió la inmortalidad y la identificó con la diosa Hécate.
En otra ocasión en la que la diosa Artemisa se encontraba bañándose en un estanque junto a sus compañeras, el príncipe Tebano Acteón, que se encontraba de caza por los alrededores, las descubrió por accidente. Aunque las compañeras de Artemisa se apresuraron a cubrir el cuerpo desnudo de la diosa, el joven ya había mancillado con su mirada el pudor de la virginal divinidad. Enfurecida, Artemisa convirtió a Acteón en un ciervo, y una vez se hubo completado la metamorfosis, azuzó contra él a sus propios sabuesos. Los perros despedazaron al príncipe tebano sin darse cuenta de que estaban dando muerte a su amo.
LA LEYENDA DEL CARRO DE CIERVOS DE ARTEMISA.
Artemisa solía cazar en un bosque del monte Ménale. Allí vivía Pan, el dios de los bosques y patrono de los pastores. A ese lugar también llegaba Apolo, acompañado por las Musas, a tocar su lira maravillosa. Y al pie del monte Ménale estaba la ciudad de Cerinea, llamada así porque a su lado discurría el río Cerinites, que existe hasta ahora con el nombre de Bokhusia.
Un día Artemisa fue al bosque del monte Ménalo para atrapar cinco ciervas que debía halar su carruaje, que usaba cuando se trasladaba de un lugar a otro en la tierra. Sorprendiéndolas paciendo en un claro de bosque, las unció a toda a su carro, salvo a una, que huyó libre e indómita. La diosa cazadora atrapó fácilmente cuatro ciervas, pues la diosa era más veloz que el más rápido de todos los animales pero a la quinta no la pudo alcanzar.
Admirada por aquella cierva tan hermosa como veloz e inatrapable, Artemisa decidió convertirla en su animal sagrado e hizo que sus cuernos fuesen de oro y sus cascos de bronce. Desde entonces aquel animal fabuloso fue conocido como la Cierva de Cerinea. Se dice que esta cierva es tan veloz como para correr en el agua. Hércules la persiguió por un año entero hasta poder atraparla.
HERACLESY LA CIERVA DE ARTEMISA.
La cierva dorada fue el tercero de los trabajos de Heracles. Euristeo y Hera estaban furiosos al saber que Heracles había logrado escapar de las garras del León de Nemea y de la hidra de Lerna, por lo que decidieron pensar en una tarea fatídica para el héroe. Heracles debía capturar a la cierva para llevarla viva a Micenas y entregarla a Euristeo. Euristeo había dado a Heracles esta tarea con la esperanza de incitar a la ira de Artemisa a Heracles por su profanación de su animal sagrado.
La dificultad de la tarea estaba en que la cierva debía ser llevada viva a la ciudad, ya que el animal estaba consagrado a Artemisa y no podía ser dañada. A pesar de ser conocido por su fortaleza, Hércules albergaba en su interior un gran corazón y una enorme sabiduría. Cuando se encontró con la cierva por primera vez, después de largas semanas de viaje, supo apreciar en ella la auténtica belleza, aquella que sólo los dioses o criaturas excepcionales, como aquella, lograban poseer. Entendió que no iba a ser una caza cualquiera, motivada por el hambre o el simple placer de abatir a la víctima, sino que se enfrentaba a la persecución de una criatura que había nacido para ser libre y admirada por sus cualidades.
Nuestro héroe no quería causarle ningún daño, así que se acercó con cautela, tratando de sorprenderla. Pero la cierva, siempre alerta, giró la cabeza y ambos se miraron a los ojos, reconociéndose como presa y captor. Antes de que pudiera siquiera rozarla con sus dedos, la cierva huyó como el rayo, arrancando chispas de las piedras del camino con sus pezuñas de bronce. No era sino el inicio de la que iba a ser una larga persecución.
Así durante un año, Heracles persiguió a la cierva dorada por toda Grecia, pero el ágil animal siempre conseguía esquivar sus trampas. Pero en una ocasión en la que la cierva se paró a beber agua, Heracles le disparó una flecha que atravesó una de sus patas, que al ser de bronce no fue afectada por el veneno de la hidra, y pudo, por fin atraparla.
Se echó al animal sobre los hombros y se dirigió a Mecenas pero en el camino se encontró con la iracunda Artemisa que iba dispuesta a castigar al héroe por intentar matar un animal consagrado a ella. Pidió perdón a la diosa y le explicó que tenía que atraparla como parte de su penitencia, pero prometió devolverla. Artemisa lo perdonó, frustrando el plan de Euristeo de que ella lo castigara.
La historia de la cierva sugiere que era un reno que, a diferencia de otros ciervos, puede ser domesticado y las hembras tienen cornamentas. El mito se relaciona con la Hiperbórea del norte, que según Robert Graves, pudo ser el origen del mito.
El 6 de elafebolión (9.º mes) se celebraban las Elafebolias o fiestas de Artemisa, la cazadora de ciervos, en la que se le ofrecían pasteles con la forma de venado, hechos de masa, miel y semillas de sésamo, asi pues los ciervos ofrecidos en sacrificio eran panes y tortas que simulaban a los animales.
Cuando el Sol está en el signo de Scorpio, asciende la de Hércules. Los griegos se referían a la constelación de Hércules como el ciervo. La identificación de la constelación con Hércules es obra de los romanos.
El mito de Hércules es el cuento de la aspiración que desde los tiempos arcaicos empuja al hombre a la perfección. Nació como un semidiós para dominar el mundo humano al que pertenece como hijo de Alcmena, pero en potencia él es un dios como su padre Júpiter y para esto puede aspirar a la inmortalidad; para alcanzarla deberá seguir un camino de conocimiento y saber que se conoce como «Los Doce Trabajos de Hércules».
FUENTES:
- Wikipedia
- Biblioteca digital mundial
- Imagenes de Pixabay
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